El mes pasado, la Academia Americana de Pediatría (AAP) publicó nuevas directrices para el tratamiento de la obesidad infantil. Organizaciones profesionales, como la AAP, suelen publicar directrices de práctica que, en general, apoyan e informan a los profesionales de un campo determinado. Sin embargo, estas directrices recientes han suscitado preguntas, preocupación e indignación tanto entre los profesionales como entre los padres.

¿Por qué estas nuevas directrices de una asociación tan prestigiosa reciben tanta oposición? Mientras nos preparamos para la Semana de Concientización sobre los Trastornos Alimentarios (del 27 de febrero al 5 de marzo), aquí le presentamos lo que necesita saber sobre las directrices y sus peligrosas implicaciones para los niños.

¿Qué es la AAP y cómo afectan sus pautas a los niños?

La AAP es una asociación profesional compuesta por pediatras y subespecialistas médicos y quirúrgicos pediátricos de todo Estados Unidos, cuyo objetivo es promover la salud física, mental y social óptima para bebés, niños, adolescentes y adultos jóvenes. La Academia se considera la fuente de las mejores prácticas en materia de atención médica pediátrica. Por lo tanto, es frecuente ver a pediatras considerando y adaptando su forma de brindar atención médica a los niños según las recomendaciones de este grupo.

¿Qué dicen las nuevas directrices?

Las nuevas directrices se alejan de las recomendaciones previas de este mismo grupo en materia de obesidad infantil. En lugar de una "espera vigilante", la nueva guía recomienda un tratamiento temprano e intensivo basado en el peso y el índice de masa corporal (IMC) del niño, que incluye medicamentos y cirugía para niños y adolescentes.

Las directrices recomiendan recetar medicamentos para bajar de peso a niños de 12 años o más con obesidad (IMC superior al percentil 95). Para niños de 13 años o más con obesidad severa, las directrices indican que es adecuado que un pediatra considere la cirugía bariátrica (para bajar de peso). Lea las pautas completas.

¿En qué aspectos aciertan las directrices?

En el lado positivo, la salud mental y física de nuestros hijos, en relación con la alimentación y el cuerpo, requiere mayor atención. Las preocupaciones sobre el sedentarismo, el exceso de tiempo frente a pantallas y la alta disponibilidad de alimentos procesados que aportan poco o ningún valor nutritivo son problemas que requieren mayor atención. Sin embargo, el enfoque recomendado por la AAP promueve la premisa de que debemos centrarnos en el peso y el IMC en lugar de en otros comportamientos preocupantes.

La AAP tiene razón al reevaluar su tratamiento de la obesidad infantil, ya que el método anterior no funciona. El problema es que las nuevas directrices imponen, con mayor intensidad, enfoques fallidos que han fracasado durante décadas para nuestros niños. Se necesita un nuevo enfoque basado en la evidencia y desestigmatizador, centrado en la salud en lugar del peso.

Dos razones por las que estas pautas son peligrosas para los niños

1. No mencionan ni advierten a los pediatras sobre los trastornos alimentarios y los trastornos de la alimentación.

Es decepcionante que la AAP no haya publicado suficientes directrices sobre la prevención y el tratamiento de los trastornos alimentarios en niños. En cambio, la AAP publicó directrices que recomiendan acciones que se conocen como los principales factores de riesgo para los trastornos alimentarios, sin apenas hacer referencia a cómo hablar sobre el peso y el IMC puede aumentar el riesgo de padecerlos (véase el Respuesta de la Academia de Trastornos Alimentarios sobre el daño de esta omisión). No sirve de nada reducir el número de niños con obesidad si se les conduce hacia los principales factores de riesgo de la segunda enfermedad mental más mortal.

2. Centrarse en el peso no conduce a la salud. Genera vergüenza y comportamientos poco saludables.

Estas pautas animan a los pediatras a centrar las conversaciones sobre salud en el peso, en lugar de en la salud y el bienestar en sí. Muchos niños son muy propensos a sentir vergüenza o inseguridad cuando perciben que un adulto juzga o critica su peso o su relación con la comida, especialmente si es un profesional. Es asombrosa la cantidad de personas que conozco que han experimentado un trastorno alimentario y que pueden vincular el inicio de sus conductas alimentarias desordenadas con una conversación con un médico que habló negativamente sobre su peso. Todo pediatra debe abordar las conversaciones sobre el peso o el cuerpo con esta consciencia, o causarán daños irreparables.

¿Cómo puedo responder?

Aunque el enfoque de la AAP es desalentador, podemos actuar y denunciarlo. Consideremos alguna de las siguientes medidas para proteger a nuestros hijos y concientizar sobre los daños de los trastornos alimentarios:

Cambiemos la conversación en esta Semana de Concientización sobre los Trastornos Alimentarios para reflejar conductas positivas para la salud en lugar de vergüenza.

Lisa Radzak es la directora ejecutiva de ConTodo, una organización sin fines de lucro comprometida a terminar con los trastornos alimentarios mediante la concientización y la capacitación de los adultos para apoyar la imagen corporal saludable de los niños y una relación positiva con la comida.