Vivimos en una cultura que prioriza la productividad sobre el cuidado personal. Por lo tanto, es fácil excederse, sin siquiera darse cuenta. Esto puede llevar a un sobrefuncionamiento cuando se asumen responsabilidades y tareas que (1) no son necesariamente tuyas para completar o asumir, y (2) exceden tu tiempo y capacidad energética.
Reconocer cuándo estás haciendo demasiado es esencial para preservar tu bienestar mental, tu salud física y tu felicidad general.
¿Qué es exactamente el sobrefuncionamiento?
El sobrefuncionamiento es una respuesta común, pero a menudo pasada por alto, al estrés. Nos involucramos para gestionar, controlar o responsabilizarnos de cosas que tal vez no sean nuestras. Al enfrentarse a desafíos, quienes sobrefuncionan suelen sentirse obligados a "hacer más" para afrontarlos. Pueden asumir más responsabilidades en el trabajo, ofrecer ayuda constantemente a los demás o excederse en su vida personal para que todo funcione a la perfección. Con el tiempo, este patrón no solo conduce al agotamiento, sino que también puede dañar las relaciones al permitir que otros no funcionen bien o se vuelvan demasiado dependientes.
Banderas rojas de sobrefuncionamiento
- Nunca estás sin cansancio. Sensación constante de agotamiento (más allá de cualquier problema de salud física), incluso después de una noche de sueño completo o un día de descanso.
- Te sientes abrumado por las pequeñas tareas. Si te cuesta concentrarte, te frustras con facilidad o te sientes mental o físicamente abrumado, puede que estés dispersándote demasiado.
- Quieres sentir que tienes el control de la situación o evitar decepciones. Esta mentalidad te impide confiar en que otros te ayuden o te ayuden, así que terminas haciéndolo todo tú mismo.
- Cuando eres quien siempre hace más, podrías empezar a sentirte resentido o frustrado con los demás; podrías sentir que no contribuyen por igual. Esto puede tensar las relaciones y crear una dinámica poco saludable donde los demás dependen demasiado de ti.
Cómo prevenir el sobrefuncionamiento
- Límites: Empieza por identificar tus necesidades y reflexionar sobre tu capacidad de tiempo y energía. Los límites pueden consistir en rechazar un proyecto extra en el trabajo o limitar tu disponibilidad.
- Libérate del perfeccionismo: Adopta un enfoque más flexible hacia el éxito. Reconoce que la perfección no es realista ni necesaria, y que "suficientemente bueno" suele ser igual de efectivo.
- Descanse activamente: Adquiera el hábito de tomar descansos regulares a lo largo del día y reserve tiempo cada semana para realizar actividades que realmente lo relajen y lo rejuvenezcan.
- Delegar conscientemente: comience de a poco, pidiendo ayuda con tareas menores, y gradualmente aumente su comodidad al delegar responsabilidades mayores.
- Mejora tu autoconciencia: Reflexiona sobre por qué comenzaste a asumir tantas responsabilidades. ¿Te impulsa el miedo al fracaso o el deseo de demostrar tu valía? ¿Te preocupa decepcionar a los demás o lo que piensen de ti? Comprender tus motivaciones puede ayudarte a redefinir tu enfoque hacia la productividad y a liberarte de presiones innecesarias.
El sobrefuncionamiento es una calle de un solo sentido hacia el agotamiento
Podrías sentirte con más control, altamente competente o un miembro valioso de tu equipo o familia si siempre eres el responsable de que las cosas se hagan. Sin embargo, si no detectas estas señales a tiempo, el sobrefuncionamiento puede llevarte al agotamiento.
Si te identificas con estos patrones, quizás sea momento de dar un paso atrás y reevaluar tu situación. Aprender a reconocer cuándo estás haciendo demasiado y tomar medidas para gestionar tu carga de trabajo y tus expectativas puede ser transformador. Recuerda: no necesitas hacerlo todo para ser valioso.