Si bien la educación en el hogar puede ser un poco estresante e impredecible a veces, puedes dar lo mejor de ti desarrollando una rutina simple y sin ejercer demasiada presión sobre ti mismo ni sobre tus hijos.
Adaptar tu mentalidad
Busca apoyo por medio de otros padres y profesores de la educación en casa. Si llevas un tiempo sin ir a la escuela y de repente te encuentras en el papel de "profesor", probablemente te sientas bastante abrumado. Por suerte, hay muchos recursos que puedes aprovechar. Publica en foros o únete a grupos de redes sociales dedicados a la educación en casa. ¡Allí encontrarás muchísima información y apoyo! También puedes hablar con padres que educan a sus hijos en casa con regularidad para tener una mejor idea de cómo son sus horarios y objetivos de aprendizaje.
Practica la gratitud diariamente con tu familia. Tómate un momento con tus hijos para escribir o bosquejar algo por lo que cada uno sienta agradecimiento. Además, planifica una cosa que quieran lograr durante el día, junto con una cosa por la que dejen de preocuparse. [1] Por ejemplo, puedes escribir algo así como "Agradezco la oportunidad de pasar más tiempo con mi familia. Hoy, ayudaré a mis hijos con un experimento de ciencia. Olvidaré cualquier estrés y crisis de ayer, y haré que hoy sea el mejor día posible"
Adapta tus expectativas diariamente. No establezcas estándares demasiado elevados para ti o tus hijos. La educación en casa es complicada, y solo parecerá más estresante y abrumadora si estableces expectativas poco realistas. Acepta el hecho de que tus hijos quizás no sean tan productivos como te gustaría que lo sean, lo cual está bien. [2] Por ejemplo, no esperes que se sienten a estudiar ocho horas todos los días. En cambio, enfócate en brindarles una educación completa y participativa que encaje bien con tu cronograma laboral.
Cambia el estilo de enseñanza si tus hijos no muestran interés. Preste atención a cómo reaccionan sus hijos y cómo se involucran con cada lección. Es posible que ciertos estilos de enseñanza no les gusten; si es así, no dude en cambiarlos. Haga que sus lecciones sean más prácticas o incluya más guías visuales. Vigílelos de cerca y vea qué tipo de lecciones les resultan más atractivas. Por ejemplo, si a sus hijos no les gusta leer en voz alta, pídales que escuchen audiolibros. Si no se involucran con una clase, agregue algunos carteles y recursos visuales. O, si parecen aburridos y encerrados, salgan al aire libre para cambiar de aires.
Reducir el estrés con una rutina
Crea un cronograma aproximado para cada día. Desarrolla objetivos realistas para tu familia y cada uno de tus hijos, dado que permitirá saber en qué enfocarse cada día. Teniendo en mente a toda la familia, planifica un cronograma que puedas manejar de forma realista y en armonía con el resto de tus obligaciones, como tu trabajo.[4] Por ejemplo, puedes comenzar el día con el desayuno y la limpieza. Luego, haz que los niños trabajen en las tareas mientras te enfocas en tu trabajo. En este punto, pueden almorzar y luego estudiar un poco más o pasar un rato tranquilos. Termina el día con una actividad entretenida o social (como salir a caminar o patear la pelota afuera) para mantener a los niños ocupados.
Divide el día entre grandes bloques, en vez de clases específicas. Las clases y los segmentos disciplinados pueden parecer agobiantes y pueden añadir mucho estrés innecesario a tu horario. En lugar de eso, intenta que el horario de educación en casa de tus hijos sea más flexible. No programes asignaturas dentro de un bloque determinado; en su lugar, date un período de tiempo libre en el que puedas trabajar con varias asignaturas. Por ejemplo, puedes programar un "bloque" de tiempo entre las 8:30 a. m. y la 1:00 p. m. En lugar de planificar horarios rígidos, planifica estudiar matemáticas, lectura y escritura durante ese tiempo. Por la tarde, puedes tener un segundo bloque entre las 2:00 p. m. y las 5:00 p. m., donde te centres en ciencias e historia. Los bloques ofrecen mucha más flexibilidad a tu horario, lo que puede ayudarte a reducir tus niveles de estrés.
Date más tiempo del que realmente necesites para las clases. Anticipa que podrían surgir obstáculos a lo largo del día, como una clase muy difícil o una rabieta. Agrega un tiempo adicional en el cronograma para que tus hijos no se retrasen mucho en sus estudios, en el caso de que surja una gran distracción. No seas duro contigo mismo si no logras mantener un cronograma perfecto. Es absolutamente normal que surjan problemas o sorpresas inesperadas cada día.[6] Por ejemplo, si necesitas tres horas y media para enseñarles a tus hijos matemáticas, lectura y escritura, reserva cuatro horas y media para dicho bloque.
Realiza múltiples tareas si tienes más de un hijo. Prioriza a tus hijos más pequeños, ya que necesitarán más supervisión y concentración. Anima a tus hijos mayores a que estudien de forma independiente mientras tú te encargas de tus pequeños. Intenta incluir siestas y descansos en tu horario para que tus hijos se mantengan frescos y listos para aprender. Los adolescentes suelen trabajar de forma más independiente que los niños pequeños, así que podrían completar una tarea solos mientras ayudas a otro niño. Si tienes tres hijos pequeños, puedes animar a dos de ellos a jugar juntos mientras tú te concentras en uno. O, si tienes un bebé en casa, convierte la hora de comer del bebé en la hora del cuento para otros niños pequeños.
Sé flexible con tu rutina diaria. No te critiques si las cosas no siempre salen según lo planeado. Prepárate para lo inesperado, sobre todo si estás compaginando un trabajo de tiempo completo y otras responsabilidades con la educación en casa. Cambia el horario de estudio y dales a tus hijos tiempo extra para terminar las tareas si les cuesta terminarlas en un día. Seguir la corriente es normal en la educación en casa y no hay nada de qué avergonzarse.
Reserve algún tiempo para relajarse. Una vez que termines la jornada escolar y laboral, tómate un tiempo para recuperar el aliento, relajarte y hacer cualquier cosa que te ayude a relajarte. Intenta dar un paseo, darte un baño caliente, leer un libro o hacer cualquier otra cosa que te ayude a relajarte y organizar tus ideas. También puedes organizar un momento al final del día para relajarte con tu pareja y compartir sus experiencias. Ofrécele apoyo y escucha sus preocupaciones, y comparte tus propios factores de estrés o preocupaciones sobre la educación en casa. Este tipo de conversaciones pueden ayudarte mucho a aliviar el estrés diario. Si no tienes pareja, reserva un tiempo para ti después de que tus hijos se vayan a dormir.
Planificar para los días difíciles
Identifica la raíz de los problemas de tus hijos a medida que surjan. No veas las crisis o las rabietas en sentido literal. En cambio, piensa en los factores estresantes que contribuyan al comportamiento de tus hijos. Sepárate del problema y comprende que las dificultades de tus hijos son independientes y ajenas a ti.[11] Por ejemplo, si tu hijo tiene una rabieta, sus emociones quizás surjan de sentimientos de estrés o agobio. Si tu hijo adolescente está muy malhumorado, quizás extrañe a sus amigos o sus actividades extracurriculares.
Escribe una lista de actividades relajantes para ti y tus hijos. Siéntate con los niños para pensar en algunas actividades que los ayuden a despejarse y relajarse. No es necesario que sean cosas complejas o sofisticadas. En cambio, piensa en ellas como salvavidas que los rescaten de una situación difícil. Coloca la lista terminada en un lugar visible para todos, como el refrigerador.[12] Por ejemplo, algunas actividades relajantes pueden ser salir a caminar, escuchar música calmante o jugar con un juguete favorito. Si tu hijo tiene una crisis, puedes darle algunos minutos para que haga una actividad calmante y pueda relajarse. Los adolescentes pueden sentirse bien al enviar un mensaje de texto a sus amigos o jugar un videojuego.
Calma a tus hijos antes de disciplinarlos. No arremetas contra tu hijo cuando se porte mal o tenga una rabieta. En cambio, ayúdalo a calmarse de forma saludable, como con un tiempo fuera. Exprésale empatía y explícale que entiendes cómo se siente. No digas cosas como: "¡No puedes comportarte así!". En cambio, puedes decir algo como: "Entiendo que estés molesto, pero gritar no va a solucionar nada. Mejor respiremos hondo".
Practica la consciencia plena durante la semana. Haz como si fueses un observador ajeno a la situación en tu mente. En vez de abordar los pensamientos negativos o estresantes en tu mente, obsérvalos y permite que floten lejos. Enfócate en estar en el presente, en vez de pensar en el pasado o el futuro.[14] Por ejemplo, si surge un pensamiento relacionado con preocupaciones por el cronograma de la semana, permite que pase, en vez de enfocarte en él.
Pídeles apoyo a tus amigos y familiares, en caso de ser necesario.Llama o envía mensajes de texto a tus seres queridos si tienes un mal día. Estas personas te ofrecerán un oído y algunos consejos, en especial si también tienen hijos. Sobre todo, enfócate en el hecho de que no estás solo y que tienes muchos seres queridos que te ayudarán a superar los desafíos de la educación en casa.[15]
¿Dónde puede conseguir más ayuda?
Si todavía se siente abrumado, incapaz de afrontar la situación y siente que el estrés está afectando su funcionamiento diario, es posible que esté experimentando signos de un problema de salud mental, como depresión o ansiedad.
Realice una prueba en MHAScreening.org para ver si puedes estar en riesgo.Una vez que obtengas los resultados, MHA te proporcionará más información y te ayudará a determinar los siguientes pasos.
Este artículo fue escrito en colaboración con wikiHow, el sitio de “cómo hacer” más grande del mundo, y también apareció en https://www.wikihow.com/Cope-with-the-Stress-of-Homeschooling-(for-Parents)
