Adaptado de Banderas Rojas, “Formas de ayudar a los estudiantes con depresión o trastornos relacionados”.
1. Empezar de nuevo. Otros profesores pueden ver la lista de tu clase y advertirte sobre un alumno en particular, pero si lo que dicen es negativo, puede afectar tu percepción de ese alumno incluso antes de conocerlo. Si ves que una conversación empieza a tomar este rumbo, replantéala desde una perspectiva positiva. Pregúntate qué funcionó mejor o qué habría hecho diferente ese profesor si pudiera volver a empezar. Depende de ti desarrollar tu propia relación con ese alumno.
2. Aproveche las experiencias pasadas con los estudiantes, pero no confíe necesariamente en ellas. El inicio del curso escolar trae consigo una nueva generación de niños y adolescentes con diferentes orígenes, personalidades y problemas. Piensa en las técnicas que funcionaron el año pasado para tratar con algunos de tus alumnos "difíciles", pero mantente abierto a nuevos enfoques.


4. Espere cierta desorganización y olvido. Los niños tristes, enojados o asustados probablemente no se preocupen demasiado por perder trabajos o tareas. De los jóvenes de 11 a 17 años que realizaron la Evaluación Juvenil de MHA, el 92 % reportó tener problemas de concentración a veces o con frecuencia, y el 91 % reportó distraerse con facilidad a veces o con frecuencia. Si su carga de trabajo lo permite, podría ser útil enviar las tareas por correo electrónico a los padres para que los niños se concentren, o proporcionar instrucciones escritas en lugar de verbales para que los estudiantes puedan consultarlas. Si utiliza tecnología en el aula, utilice las herramientas de recordatorio o de tareas disponibles.

5. Reducir el estrés en el aula. Evite las fechas límite rígidas: intente asignar tareas con fecha de entrega en dos días en lugar del día siguiente. No baje las calificaciones por razones no académicas, como una letra mal escrita, especialmente con niños pequeños. Piense en maneras de gamificar sus clases de vez en cuando para que sean más atractivas para los estudiantes con dificultad para concentrarse.

6. Busque programas basados en evidencia que apoyen el aprendizaje social y emocional. MHA recomienda el Juego Pax de Buen Comportamiento (especialmente para estudiantes más jóvenes), el Programa de Acción Positiva y el Programa de Crianza de Niños Saludables. Estos programas utilizan el aprendizaje socioemocional para lograr resultados importantes en la vida adulta, como la reducción de la delincuencia, la reducción de las tasas de asistencia pública, la mejora de las oportunidades de empleo y un mayor potencial de ingresos. Además, han demostrado un considerable retorno de la inversión.

7. Encuentra lo bueno y alábalo. Los niños y adolescentes con problemas emocionales o de conducta encuentran la escuela especialmente difícil y suelen tener baja autoestima. Pueden ser más sensibles y mucho más exigentes consigo mismos que sus compañeros. Sé sincero y generoso en tus elogios y minimiza sus defectos. Asegúrales que, con esfuerzo y práctica, con el tiempo les resultará más fácil realizar las tareas difíciles.

8. Familiarícese con las opciones de alojamiento. Para los niños y adolescentes que aún tienen dificultades a pesar de la ayuda extraescolar o las oportunidades para corregir sus errores, los IEP y los Planes 504 pueden ayudar a estructurar la asistencia específica que necesitan para tener éxito. Sugiera estas opciones con delicadeza a los padres cuando sea apropiado; es posible que ni siquiera sepan que este tipo de ayuda adicional está disponible.

9. Evite la vergüenza. Al tratar con un estudiante que se comporta de forma disruptiva, llévelo aparte o al pasillo para explicarle el problema en lugar de reprenderlo delante de sus compañeros. Asegúrese de que comprenda que el problema radica en su comportamiento, no en él, y que sabe cómo espera que se comporte de ahora en adelante.

10. Ejercita la compasión. Ninguna adaptación especial puede sustituir la paciencia, la amabilidad y la flexibilidad. Los profesores aportan mucha compasión al principio, pero es fácil dejarla de lado cuando tienes una clase llena de 30 alumnos, cuatro planes de clase más que completar y parece que no consigues que todos estén en sintonía. Nadie espera que seas un santo; simplemente intenta mantener la calma.

11. Trabajar con los padres. Los padres pueden observar comportamientos en casa que no se observan en la escuela y viceversa. Mantener una comunicación fluida con los padres facilitará la coherencia en el trabajo con estudiantes con dificultades emocionales o de comportamiento y minimizará los malentendidos. Elabore un plan que le ayude a comunicarse regularmente con los padres que necesitan contacto más frecuente que otros para que estén al tanto de lo que usted observa en el aula y puedan informarle sobre lo que sucede en casa.
