Política de prevención e intervención temprana

Poca prevención e intervención temprana

La prevención y la intervención temprana (PEI) son eficaces, pero solo existen en zonas específicas del país. Incluso cuando una zona implementa la PEI y obtiene excelentes resultados, puede ser difícil continuar el programa, y mucho menos extenderlo a otras zonas. Dado que la mayor parte de la PEI se financia mediante subvenciones, a menudo se requiere una comunidad motivada con un liderazgo sólido para iniciarla y continuarla.

Cuando el gobierno, las empresas o las fundaciones ofrecen subvenciones a grupos para implementar la Iniciativa de Inversión en el Empleo (IPE), la financiación suele durar solo unos años antes de que sea necesario volver a solicitarla o buscar otras fuentes de financiación. Esto significa que la mayoría de las IPE tienen dificultades para mantener su financiación, lo que afecta negativamente al trabajo y a los participantes. Claramente, este no es el mejor sistema para fomentar el uso generalizado y a largo plazo de estrategias que ya sabemos que pueden tener un gran impacto.

No diseñado para la prevención y la intervención temprana

Con tanta evidencia que respalda la Iniciativa de Protección al Pueblo (IPP), ¿por qué no es más fácil financiarla? La IIP no solo ayuda y apoya a las personas antes de que lleguen a una crisis, sino que también beneficia a la comunidad y al país en su conjunto. Gastamos menos que en gastos posteriores, como hospitalizaciones y prestaciones por discapacidad, y ganamos más con más personas que contribuyen y trabajan en la comunidad.

Si bien la Iniciativa de Cuidado de Salud Precoz (IPP) es la opción correcta para la mayoría de las comunidades, nuestro sistema actual dificulta su implementación. Además de los desafíos con las subvenciones, los gobiernos tienen dificultades para apoyar la IPP debido a los costos iniciales, incluso si se trata de una inversión responsable que nos ahorraría vidas y dinero. Nuestro sistema de salud no fue diseñado para apoyar la IPP, y la mayoría de los programas gubernamentales solo brindan asistencia cuando las personas alcanzan cierto umbral, como la pobreza o la discapacidad. Solo brindamos ayuda cuando algo ya ha salido mal, tratamos cuando ya estamos enfermos o brindamos ayuda cuando ya hemos perdido mucho. Cuando creamos nuestro sistema, no contábamos con tanta investigación sobre prevención e intervención temprana, y no les dedicamos espacio. Ahora que contamos con la investigación, necesitamos crear ese espacio.

Invertir en la Iniciativa de Inversión en el Pacífico (IPP) tiene sentido, pero muchas personas carecen de incentivos para trabajar en la prevención y la intervención temprana debido a un problema conocido como el "problema del bolsillo equivocado". En este problema, quienes invierten en los programas no son quienes recuperan el dinero ahorrado, sino que este va a parar al bolsillo equivocado. Por ejemplo, como miembro de la comunidad o de un negocio local, me beneficio de mejores resultados en salud mental para mí y para quienes me rodean, pero puede que no vea ahorros concretos. Como organismo gubernamental, puedo ahorrar dinero que se habría gastado a largo plazo, pero no tengo una forma sencilla de medir mis resultados. Como compañía de seguros, puede que tenga que pagar menos reclamaciones, pero no veo tantos beneficios porque la gente cambia de seguro con tanta frecuencia.

Dando sentido a nuestro sistema

Para crear un sistema que ayude a las personas antes de que lleguen a una crisis, debemos tomarnos en serio la prevención y la intervención temprana. Para empezar, sugerimos tres enfoques:

  1. Solucione el problema del bolsillo equivocado: Podríamos solucionar el problema de los bolsillos equivocados con regulaciones que incentiven a todos a pagar por la prevención y la intervención temprana. Hay muchas maneras de lograrlo, pero una de ellas es compartiendo los ahorros. Actualmente, grupos de proveedores llamados Organizaciones de Atención Responsable (ACO) pueden compartir los ahorros con el gobierno cuando gastan menos en atención médica y obtienen buenos resultados. Si las ACO y otras entidades pudieran compartir los ahorros en otras áreas donde la prevención y la intervención temprana ahorran dinero, más personas se sentirían motivadas a colaborar en la prevención y la intervención temprana.
  2. Prevención e intervención temprana: Podríamos ampliar la cobertura de la atención preventiva en los seguros médicos. Actualmente, las aseguradoras solo cubren la prevención y la intervención temprana en el consultorio médico. Piense en cómo es una intervención temprana preventiva eficaz y qué deberíamos cambiar. Necesitamos financiar la intervención temprana preventiva porque es tan importante para la salud mental como los servicios en el consultorio médico. Esto incluye pagar por servicios en la comunidad, para personas sin una condición diagnosticable, para grupos, para familiares y maestros, y por el uso de mensajes de texto, llamadas telefónicas y otras tecnologías.
  3. Involucrar a las comunidades: También necesitamos involucrar a las comunidades en la prevención y la intervención temprana. Las coaliciones comunitarias, compuestas por miembros del gobierno estatal y local, hospitales, aseguradoras de salud, grupos de proveedores, consumidores, familias, empresarios y otros líderes, deben coordinar la financiación. Deberían existir coaliciones similares en todos los estados, y cada miembro debería tener un rol asignado en ellas. La participación comunitaria garantizará no solo que el dinero se destine a los lugares adecuados, sino también que la comunidad vea los logros obtenidos. Ver los logros es importante para asegurar que los programas que funcionan sigan recibiendo financiación.

Estos tres cambios tendrían un impacto tremendo en la 50% de estadounidenses que cumplirán los criterios para una condición de salud mental diagnosticable en algún momento de sus vidas.[i] Ya seas tú, un familiar o un amigo, todos conocemos a alguien que necesita ayuda. Reducir los factores de riesgo y promover los factores de protección es algo de lo que todos nos beneficiamos, especialmente quienes corren mayor riesgo. Cuando contamos con un sistema coherente con nuestros conocimientos sobre prevención e intervención temprana en salud mental, podemos prevenir el sufrimiento y utilizar nuestro dinero de forma responsable. Al invertir en programas tempranos y brindar acceso a servicios adecuados donde sea necesario, podemos dejar de fallarles a nuestros niños y empezar a apoyarlos en nuestras comunidades.

Referencias

[i] Ronald C. Kessler et al., Prevalencia de por vida y distribuciones de edad de aparición de los trastornos del DSM-IV en la replicación de la Encuesta Nacional de Comorbilidad, 62 Arch. Gen. Psychiatry 593, 595 (2005).