Me llamo Breanna Kennedy, y mi camino hacia la salud mental ha sido la experiencia más desgarradora, pero a la vez empoderadora, de mi vida. Tenía 11 años cuando tuve mi primer pensamiento suicida. Tenía 12 años cuando intenté suicidarme por primera vez. Era solo una niña cuando sentí que el mundo se me venía encima y que yo era responsable de mantenerme a flote. Me sentía completamente sola, teniendo que enfrentarme al mundo, y esa sensación era aterradora.

Los pensamientos suicidas no surgen en esta mágica edad de la adultez. Suelen comenzar en estudiantes de secundaria y preparatoria. Durante estas etapas, los estudiantes suelen intentar comprender el mundo y comprenderse a sí mismos. Si a eso le sumamos el estrés abrumador que suele acompañar la vida escolar y familiar, la situación puede ser abrumadora para cualquiera. Por mi propia experiencia y a lo largo de mi trayectoria como defensor, he aprendido que las personas a quienes los niños admiran tienden a ignorar rápidamente sus sentimientos sin pensarlo dos veces, porque "los niños no tienen nada de qué preocuparse". Estas desestimaciones no solo desalientan a los jóvenes a hablar, sino que la invalidación a menudo les hace sentir que deben lidiar con estas situaciones solos.

Mientras trabajaba en el club de chicos y chicas de mi barrio, solía decirles a los jóvenes: «Sus problemas y experiencias deben ser reconocidos. Todos tienen cuerpos pequeños y grandes emociones, así que si algo es importante para ustedes, debe ser tratado como tal». La edad no detiene las dificultades de la vida. Los jóvenes parecen ser los que más sufren el impacto y también los que menos apoyo reciben.

Las experiencias que viví en la secundaria y la preparatoria aún me afectan y han marcado mi vida. De verdad desearía haber tenido a alguien que me apoyara y me guiara durante mis años de formación. Ese deseo me impulsa a esforzarme al máximo para asegurarme de que los jóvenes y mis compañeros no sientan la misma carga que yo sentí hace unos años. Experimentar una enfermedad mental a una edad tan temprana y seguir aprendiendo a sobrellevarla no solo me ha moldeado en la persona que soy hoy, sino que también alimenta mi verdadera pasión por la defensa de la salud mental.

Ya seas padre, madre, profesor o mentor, los jóvenes te necesitan. Para consolarlos. Para validarlos. Para escucharlos. Para amarlos incondicionalmente y brindarles los recursos que necesitan para prosperar. Si tuviera que darle un consejo a mi yo más joven y a los miles de jóvenes que experimentan pensamientos suicidas o se sienten solos: los veo, y no están solos en estas dificultades. Por favor, habla con alguien, ya sea tu padre, madre o un adulto de confianza, porque no tienes que lidiar con esto solo. Tu vida importa. Tú importas.

Breanna Kennedy (ella/ellos) formó parte del Consejo de Jóvenes Líderes de Salud Mental de la MHA 2021-2022 y cursa el tercer año de biología molecular en la Universidad de Carolina del Sur-Aiken. Trabaja como mentora residente en el campus, mentora en el Boys and Girls Club de su localidad y líder estudiantil en varias organizaciones y en su campus.