El silencio es complicidad.
Soy una inmigrante latina, y esa identidad influye en mi experiencia. Es a través de esta perspectiva que veo y experimento el mundo. Tengo la suerte de haber tenido personas y oportunidades que me han ayudado a comprender el mundo de otra manera, a ir más allá de mi visión del mundo y a expandirla.
Para las personas negras, su visión del mundo está llena de lecciones y experiencias que demuestran que sus vidas no importan. PERO sí importan.
He llegado a saber y comprender profundamente que el mundo y las personas que me rodean pueden no compartir mi visión del mundo; a menudo ni siquiera piensan en cómo nuestras experiencias difieren o tienen similitudes.
Quizás a mí, junto con todas las personas que no comparten tus ideas de valor, nos encasillan en los estereotipos, o simplemente no te importa. ¿Debería? ¿No nos están haciendo esa pregunta ahora mismo? ¿Te importa?
La respuesta puede no ser fácil. Pero me pregunto si deberíamos empezar por ahí, simplemente preguntándonos dónde nos encontramos. ¿Nos importa o no? De ser así, ¿qué estás haciendo para cambiar tu existencia, tu mundo? Si no te importa, ¿por qué? ¿Cuál ha sido tu experiencia de no valorar la vida sin importar el color, el género o cualquier cosa diferente a ti?
Sé que somos diferentes, cada uno de nosotros. Pero hay algo que une a las personas de color y a nuestras comunidades: el simple hecho de que a menudo nos ignoran hasta convertirnos en una amenaza. ¿Qué amenazamos: tu estilo de vida, un camino claro para conseguir lo que quieres, un cambio en tu forma de ver el mundo?
¿Por qué nos marginan y NO se nos permite una existencia en la que NO tengamos que defender nuestros cuerpos, nuestra presencia, nuestra experiencia y nuestra identidad?
A las comunidades de color se les ha enseñado la opresión mediante la violencia y la marginación. Como negros, latinos, asiáticos, indígenas y tantas otras etiquetas que nos han sido impuestas, nos enseñaron a callar, a aceptar las cosas como son y, con ello, a renunciar a nuestra voz y poder. Esa creencia está arraigada en muchos de nosotros: que, hagamos lo que hagamos, nada cambiará.
Pero debe ser así. El racismo sistémico es un peso que impacta nuestra salud mental a diario. Las indirectas, las palabras que nos describen, las representaciones explícitas de nuestros hermanos y hermanas como monstruos nos agotan. Pero cada vez que decidimos salir al mundo, se produce un cambio mental. Elegimos seguir adelante a pesar de la tristeza, la depresión, la ansiedad y el miedo constantes que sentimos.
No podemos dejar de lado nuestras emociones ni nuestra salud mental. Cargar con la ignorancia y el racismo tiene consecuencias profundas en nuestras comunidades racializadas, y no podemos ignorarlo.
Nuestra salud mental y bienestar deben protegerse, debatirse y abordarse en el contexto de nuestra cosmovisión y experiencias culturales. No nos arrebaten nuestra identidad cuando exigimos ser escuchados.
Creo que el cambio es posible, y por eso he reflexionado sobre dónde reside mi poder. Me he preguntado dónde puedo generar un cambio duradero, y he llegado a la conclusión de que el cambio se da una persona a la vez. Comparte tu experiencia, porque hay personas comprometidas a escuchar y hacer más.
Quizás no estés de acuerdo, y no pasa nada. Encuentra tu camino.