Kristina Baker dejó la puerta de su casa abierta una noche mientras estaba destinada en una base militar en Hawái. Tenía 22 años, y aunque no le pasó nada esa noche, fue el simple comentario de un vecino a la mañana siguiente —"No volvería a hacer eso"— lo que la sumió en una profunda crisis.
La historia de Kristina comienza como la de muchos otros que sufrieron ansiedad de niños: ella creía que era normal. En secundaria, iba a la enfermería todos los días, fingiendo una enfermedad física para que la mandaran a casa. Su madre tenía trastorno bipolar y a menudo se aislaba en su habitación, lo que dejaba a Kristina sola, preocupada e incapaz de explicar sus propios sentimientos.
No fue hasta que Kristina se unió al ejército a los 18 años que comenzaron a aparecer síntomas más graves. Estuvo destinada en Sicilia durante cuatro años: «En aquel entonces, no notaba muchos problemas porque simplemente los aliviaba con la bebida». Pero sí recuerda quedarse paralizada en la cama todas las noches, convencida de que alguien intentaba entrar en su casa. Estuvo destinada en Puerto Rico por un breve periodo y luego en Hawái. Fue entonces cuando su salud mental empeoró; empezó a lidiar con mucha ira y tendencias obsesivo-compulsivas, además de ansiedad.
Cuando se retiró del servicio activo, sintió el peso de la independencia caer sobre ella. "En el ejército, todo está bajo control. Salí del ejército y tuve que aprender a valerme por mí misma a los 26 años", dice. Además de esta importante transición vital, estaba atravesando un divorcio y descubrió que su hija sufría abuso sexual y físico. Gracias a la persuasión de su madre, Kristina ingresó en un hospital por primera vez.
Unos años después, Kristina dirigía un grupo de lectura para mujeres cuando alguien le habló de una vacante en un centro forense. Recorrió las instalaciones para hombres con enfermedades mentales graves y supo que aceptar el puesto de Especialista en Apoyo entre Pares era el siguiente paso perfecto para ella. En salud conductual, un par se refiere a alguien que comparte la experiencia de vivir con un trastorno psiquiátrico o una adicción. En su puesto, abogó por las necesidades de los residentes fuera del ámbito clínico y ayudó a enseñar a los profesionales clínicos la importancia del apoyo entre pares en la recuperación individual. Para Kristina, esto era poco más que una oportunidad emocionante de trabajar en un campo que le apasionaba; no sabía qué era la certificación ni adónde la llevaría esta carrera. Rápidamente buscó su certificación estatal y recientemente la recibió. Certificación de Especialista Nacional Certificado por Pares (NCPS), a lo que ella atribuye haber hecho avanzar mucho su carrera.
Hasta hace poco, no existía un estándar nacional para el apoyo profesional entre pares, a pesar del reciente crecimiento del campo y su éxito demostrado en la mejora de vidas y resultados. Sin un estándar uniforme y alto en todo Estados Unidos, el apoyo entre pares no podría expandirse para trabajar con seguros médicos comerciales, sistemas de salud privados y profesionales. Para abordar esto, Mental Health America y la Junta de Certificación de Florida desarrollaron la certificación NCPS, la primera certificación nacional avanzada de especialistas en apoyo entre pares. Esta certificación se basa en certificaciones y capacitaciones estatales, evaluando 55 competencias básicas en seis áreas de práctica.
La certificación nacional de pares de MHA permite a los pares demostrar su mayor nivel de experiencia y conocimientos. "Desde que obtuve la certificación nacional, he tenido muchísimas oportunidades", comentó Kristina. Ella capacita a otros pares, ha desarrollado un programa para pares que necesitan horas de trabajo supervisadas y ayudó a su organización a obtener la certificación de centro de evaluación. "Me siento honrada de poder compartir mis conocimientos y aprender de los demás cada día. Todo gracias a que me ofrecieron la oportunidad de obtener la certificación nacional y formar parte de algo tan poderoso".